LOS ÁNGELES — El mismo día que se cumplió un mes desde que Kilmar Ábrego García fue deportado a su nación de origen, El Salvador, su esposa se armó de valor y le envió un mensaje a Kilmar en la zona metropolitana de Washington DC, apenas un día después de que en un encuentro en la Casa Blanca, tanto el presidente estadounidense Donald Trump y el mandatario salvadoreño Nayib Bukele, ratificaron, en contra de un dictamen de la Corte Suprema de Estados Unidos, que no van a retornar al migrante cuzcatleco.
“Kilmar, si puedes escucharme, mantente fuerte, Dios no se ha olvidado de ti”, pronunció Jennifer Vásquez en una conferencia con diferentes medios de comunicación la tarde de este martes, 15 de abril, poco antes de la audiencia realizada en una corte federal para definir el futuro de Ábrego García, residente en Maryland, que fue arrestado el 12 de marzo anterior y deportado tres días después.
El caso de este salvadoreño ha tomado un revuelo nacional porque va más allá de su detención y deportación arbitraria. Las observaciones que hacen activistas, abogados y expertos es que Estados Unidos se encuentra en un escenario que pone en peligro el cumplimiento del debido proceso y el deterioro de los principios democráticos que sustentan el Estado de derecho.
“Donald Trump, con el apoyo de Bukele, está diciendo que no va a cumplir con una orden judicial y eso hasta podría causar una crisis constitucional”, valoró Raúl Hinojosa-Ojeda, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). “A Trump no le importa esta persona (Kilmar) en particular tanto como el principio que él quiere deportar a quien quiera y bajo las condiciones que sean”.
Ábrego García fue recluido en la megacárcel Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) junto a más de 250 migrantes indocumentados que según el gobierno estadounidense pertenecían a las pandillas Tren de Aragua y Mara Salvatrucha (MS-13), aunque no se aportaron pruebas de esas conexiones.
En un video difundido por Bukele, Vásquez reconoció a su esposo. Desde entonces ella ha dado la cara ante los medios de comunicación.
En 2011, a la edad de 16 años, Ábrego García llegó a Estados Unidos de forma irregular. En 2019 fue arrestado y acusado de pertenecer a la MS-13; ante un juez, el migrante explicó que su vida corría peligro en caso de regresar a El Salvador y resolvió otorgarle la “suspensión de remoción”, una garantía por la que no podía ser deportado a El Salvador.
El gobierno de Trump aduce que el salvadoreño no logró demostrar que no pertenecía a esa pandilla; su abogado, Simón Sandoval-Moshenberg, ha indicado a la prensa que la administración federal no ha presentado pruebas que sustenten su acusación infundada.
En documentos de la corte federal se hace constar que el salvadoreño fue expulsado debido a un error administrativo.
En la visita de Bukele a la Casa Blanca, Trump fue cuestionado sobre este caso que la misma Corte Suprema ha ordenado al gobierno federal que facilite su retorno. Pam Bondi, secretaria de Justicia, aseguró que “depende de El Salvador si quieren devolverlo, eso no depende de nosotros”.
¿Piensa devolverlo?, le preguntaron a Bukele.
“¿Cómo puedo devolver a un criminal a Estados Unidos? ¿Meter un terrorista ilegalmente?”, respondió de forma retórica. “No tengo el poder de devolverlo a Estados Unidos”, añadió Bukele.
Las respuestas a esta postura, compartida entre Estados Unidos y El Salvador, ha sido cuestionada desde diferentes sectores.
El veterano activista pro-inmigrante salvadoreño Salvador Sanabria ve con normalidad la reacción de Bukele. A su juicio, en esa conferencia de prensa en la Oficina Oval todas las partes tenían el guión de la película bien ensayado, a diferencia de lo que le pasó al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
“A mí no me sorprende lo de Bukele, la preocupación es que existe hoy una coordinación entre el gobierno de Trump y Bukele, y un connacional de cualquier nación que sea arrestado en Estados Unidos puede amanecer en el Cecot; ahora se está considerando incluso deportar a ciudadanos estadounidenses, es decir que el Cecot de El Salvador se convertiría en un Guantánamo 2”, valoró Sanabria, director ejecutivo de la organización El Rescate en Los Ángeles.
El hecho de que el gobierno de Trump ignore el dictamen de la Corte Suprema es algo nunca visto, indican diferentes juristas.
Meredith Brown, abogada de inmigración, explica que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) puede trasladar y retornar a una persona deportada como ha ocurrido en el pasado. Sin embargo, lo que se observa es que Trump está tratando de hacer lo imposible por no obedecer el dictamen de la Corte Suprema.
“Si esa deportación es un error administrativo, la rectificación es traerlo de regreso”, dijo la veterana jurista y defensora de los derechos civiles. “El gobierno federal tiene que obedecer el debido proceso y los dictámenes de la Corte Suprema; si no van a hacer eso, entonces no tenemos democracia”, apuntó Brown.
Hinojosa-Ojeda, el académico de la UCLA, observa natural que Trump se haya apoyado en Bukele porque sabía que lo iba a respaldar; lo contradictorio, dice el politólogo, es que Estados Unidos utilice a una figura autoritaria para justificar su enfrentamiento con el poder judicial, recordando que Bukele desde mayo de 2021 ha concentrado el poder de todas las ramas de gobierno y se reeligió en 2024 a pesar de lo que dicta la Constitución de El Salvador.
“A Bukele ya sabíamos que no le importa el orden constitucional”, comentó el investigador. “Aquí lo que estamos viendo es un retroceso a esos compromisos históricos, lo cual enviará un mensaje a America Latina que Estados Unidos no cree en los principios democráticos y, al contrario, está dispuesto a colaborar con una figura autoritaria”, añadió Hinojosa-Ojeda.
Ante la jueza Paula Xinis, los abogados de Ábrego García plantearon este martes que el gobierno de Trump está malinterpretando el dictamen de la Corte Suprema.
De acuerdo a diferentes reportes de prensa, la jueza Xinis ordenará declaraciones juradas a funcionarios del gobierno de Trump para determinar si cumplieron con sus órdenes de facilitar el regreso de Ábrego García.
El clamor de la esposa de Ábrego García permanece invariable.
“Nuestros hijos preguntan cuándo volverás a casa y oro por el dia que pueda decirles la hora y la fecha de tu regreso a salvo”, agregó Vásquez, ciudadana estadounidense que ha encabezado diferentes esfuerzos, junto a los abogados de su esposo, para que Ábrego García regrese a Maryland. “A pesar de que mi corazón está pesado, encuentro esperanza y fuerza en quienes me rodean”.
La joven mujer insiste: “Kilmar necesita volver a casa, es hora que veamos que esto se cumpla”.
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