LOS ÁNGELES — Ingresar al centro de Los Ángeles es cada vez una odisea; por cuarto día consecutivo, las protestas resuenan en la ciudad desde que el viernes 6 de junio la administración de Donald Trump lanzó una serie de operativos para detener y deportar a migrantes indocumentados en tiendas Home Depot y en el distrito de la moda, entre otros lugares.
En la medida que las agencias federales se desplazan por espacios de gran concentración latina, encabezadas por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), la comunidad sale a protestar con los colores de sus banderas en los alrededores de edificios federales en Los Ángeles, los que cada vez se encuentran más custodiados por agencias de la ley locales y estatales.
Este lunes, una marcha salió de la Plaza Olvera a las 2:45 pm hacia el centro de detención sobre la calle Aliso, ubicada en la esquina con la calle Alameda.
Al llegar a la calle Los Ángeles, el paso estaba bloqueado por un contingente de agentes de la Patrulla de Caminos con su característico uniforme azul. Antes de llegar a esta zona, en la calle Temple estaban varias patrullas de la Policía de Santa Mónica. En las calles aledañas y en la autopista 101 se encontraban agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles y miembros del Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles.
Igual, enfrente del edificio federal que se encuentra sobre el 300 N. Los Angeles St, estaba un nutrido grupo de integrantes de la Guardia Nacional de California con su uniforme verde olivo, que llegó la madrugada del domingo a reforzar la seguridad por decisión del presidente Trump, algo que molestó a funcionarios de California por considerar que sirve para provocar a la población enardecida con las políticas anti-inmigrantes de la Casa Blanca.
La marcha que salió de la Plaza Olvera convergió a las 3 pm con otro grupo que llegó hasta esta zona desde el sur de la ciudad, desplazándose sobre la calle Los Ángeles.
“Las injusticias que están pasando literal están rompiendo nuestra constitución, destruyendo familias, separando niños”, comentó Coral Alonso, una joven artista de ascendencia mexicana que llegó vestida con su traje de charro y un violín en su espalda. A su juicio, mientras más personas participen se envía un mensaje de rechazo.
Al concentrarse frente al edificio federal, la multitud lanzó diferentes consignas. En principio eran dirigidas a los miembros de la Guardia Nacional. Al unísono, los manifestantes les gritaban “verguenza” en inglés. Luego cargaban sus baterías en contra de la Migra y del presidente de Estados Unidos.
“Guardia Nacional fuera de LA”.
“Alto a las deportaciones”.
“ICE fuera ahora”.
“Trump debe irse ahora”.
En el lapso de una hora la protesta se mantuvo bajo control, pero a eso de las 3:55 pm el ambiente se puso tenso. En medio del bullicio, los gritos se elevaron cuando los manifestantes identificaron a una persona infiltrada. Un individuo se metió a provocar a la multitud.
Algunos jóvenes lo siguieron y le exigían que se fuera; sin embargo, el individuo insistió en regresar y avanzar hacia las gradas de la entrada principal del edificio federal, en donde se encontraba estático el grupo de militares de la Guardia Nacional. En medio de empellones, condujeron al hombre hasta la calle Temple.
En este incidente el hombre no fue identificado.
“Todas las protestas son pacíficas, pero a veces los mismos policías hemos visto se visten de manifestantes y empiezan a hacer violencia para sacarnos; pero entre más vengamos y más estemos aquí, sí ayuda, claro que ayuda, manda un mensaje”, comentó Alonso, la artista que llamó la atención de los presentes al lucir con orgullo su traje de charro.
La protesta sirvió para que diferentes participantes mostraran las banderas de la patria de sus padres. En medio de las banderas de Estados Unidos, se pudo apreciar aquellas que identifican a México, Guatemala, El Salvador y Colombia, entre otras, que hacían contraste con el verde y azul de los militares y policías apostados por distintos puntos de la ciudad.
Junto a su primo, Carlos Carranza viajó desde San Bernardino, ciudad ubicada a 61 millas al este de Los Ángeles. Este joven, de 35 años, sirvió 6 años en la Guardia Nacional. Acudió a esta protesta porque piensa en las personas que no tienen un estatus regular y le parece que no es justo separar a familias, donde hay personas trabajadoras.
“Estan agarrando a puros hispanos, aquí hay otros inmigrantes también de Canadá, Francia y Jamaica, a ellos no los detienen; eso fue lo que me trajo aquí con mi primo”, dijo Carranza mostrando una bandera salvadoreña en sus manos. “Mis padres ya son residentes, pero quiero ayudar a otras personas”.
Sin bajarse de su auto, Edgar Diego se estacionó a un lado de la muchedumbre. En el asiento de pasajero estaba su esposa y en la parte posterior su hijo portaba una bandera mexicana. Llegó en solidaridad de su madre, una mujer originaria del estado de Veracruz que todavía no tiene un estatus regular.
“Solo nos queda apoyar”, dijo.
En su bicicleta llegó Octavio Montiel desde Boyle Heights. Sus padres, nacidos en el estado mexicano de Puebla, obtuvieron su residencia en la amnistía de 1986 impulsada por Ronald Reagan. En esa iniciativa se beneficiaron alrededor de 3 millones de personas. Han pasado 40 años desde entonces, ahora son 11.2 millones de personas indocumentadas, según el Migration Policy Institute.
Montiel está preocupado, no solo por los ataques en contra de los migrantes. Lo que observa es que la economía lejos de mejorar con Trump ahora está empeorando. Este joven es empleado en un supermercado, y desde el 20 de enero, fecha en la que Joe Biden dejó el poder, el ambiente en su lugar de trabajo no es el mismo.
“Mucha gente no va a comprar, la gente se limita en gastar y no quiere salir, hay mucho miedo y ansiedad”, aseveró.
Un grupo de jovencitas, por su parte, coincidieron con la bandera de El Salvador y un cartel alusivo al presidente –reelecto en 2024 a pesar de la prohibición constitucional–; una de ellas, quien prefirió no identificarse, lucía la camiseta de la selección nacional de fútbol. Sofía, con una camisa similar y un gorro pasamontaña, levantaba el texto que ella misma escribió.
En 2022, el padre de Sofía fue deportado a El Salvador, mientras que su madre únicamente tiene el amparo que le ofrece el programa Estatus de Protección Temporal (TPS).
¿Miras alguna relación entre Trump y Bukele? Le pregunto.
“Está bien relacionado”, responde la jovencita, señalando que el régimen de excepción implementado desde marzo de 2022 ha deteriorado la democracia y las garantías como el debido proceso, algo que compara con las detenciones arbitrarias de ICE.
“No es justo que están agarrando gente solo porque tienen tatuaje; es como aquí, que si te ve la Migra, te lleva, no importa si tienes papeles o eres nacido aquí. Te tienen ahí por meses”, valoró Sofía.
En medio del mar de personas aparecía una bandera guatemalteca. Al acercarnos al portador del símbolo patrio, nos sorprendimos al darnos cuenta de que era una persona originaria de Hawaii. Samson explicó que decidió llevar esa bandera en memoria de su buen amigo Gustavo, defensor de las personas desamparadas originario de esa nación. Ese activista falleció hace un par de años.
La mayoría de las banderas que ondeaban en esta protesta eran vendidas por dos comerciantes, un hombre adulto y un joven. En su opinión, la venta no es tan generosa como lo desean; sin embargo, piensan que la venta sirve para apoyar la causa pro-inmigrante y, al mismo tiempo, creen que la movilización adopta un colorido con el que se identifican las personas de raíces latinoamericanas.
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