El tema del conflicto armado no es ajeno a su filmografía. Pese a que las películas que ha hecho como director se han inclinado mayormente hacia la ciencia-ficción ‘dura’, el terror y la fantasía -como ha sido el caso de “Ex Machina” (2014), “Annihilation” (2018) y “Men” (2021)-, su cinta anterior, “Civil War” (2024), era un contundente relato distópico sobre un enfrentamiento interno dentro de los Estados Unidos, observado desde la perspectiva de unos osados reporteros de guerra.
En su nuevo trabajo, “Warfare”, que se encuentra ya en cartelera, Alex Garland retoma el tema, pero fuera de los ámbitos más estrictos de la ficción, porque el título, codirigido y coescrito por Ray Mendoza (un ex militar que sirvió como asesor de las escenas de combate de “Civil War”), es una reconstrucción impecable de un incidente ocurrido durante la invasión estadounidense a Irak que se presenta mayormente en tiempo real.
En el 2026, el mismo Mendoza formó parte de un equipo de Navy SEALS que se apoderó de una casa de familia ubicada en la ciudad de Ramadi con el fin de colocar en ella a francotiradores destinados a facilitar la entrada del ejército de ocupación en la misma localidad. Pero lo que lucía aparentemente como un trámite sin mayores demandas, debido al acceso que estos soldados altamente especializados tenían a armas sofisticadas y tecnología avanzada, terminó convirtiéndose para ellos en una atroz carnicería que los transformó súbitamente en víctimas.
Ante la perspectiva de un tópico semejante, cualquier mente crítica se preguntará probablemente cuál es la posición que toma el filme ante una guerra brutal que, según todos los indicios, resultó completamente ilegítima debido a que su motivo principal (la existencia de armas de destrucción masiva) fue un invento del gobierno estadounidense y que, pese a ello, causó la muerte de cientos de miles de civiles iraquíes y cerca de 4 mil militares de la Unión Americana.
Claro que, si se ha visto “Civil War”, se sabrá ya que, en esa producción, el británico Garland adoptaba una postura convenientemente apolítica en medio de una historia que reclamaba, al menos, cierto posicionamiento ideológico; y esa es una circunstancia que se repite de un modo u otro en “Warfare”, respaldada por un planteamiento narrativo que se limita a presentar los hechos que cuenta sin adorno alguno, pero que, al igual que la obra anterior, no usa nunca las imágenes para glorificar el empleo de la violencia, sino todo lo contrario.
La cinta evita además cualquier estrategia que pueda romantizar lo que se ve o manipular de manera directa al público, empezando porque se encuentra libre de banda sonora y siguiendo por la ausencia de esos clichés que abundan en las propuestas de su clase con la finalidad de provocar sentimentalismo. Aquí, lo que vemos llega marcado por un estilo naturalista que, sin abusar de la cámara en mano y sin perder las virtudes de una buena puesta en escena, posee un indudable aire documental.
Uno de los méritos mayores de “Warfare” es el carácter inmersivo que emplea para que el espectador sienta que se encuentra en medio de los sucesos que narra, lo que -hay que advertirlo- puede ser difícil de tolerar cuando las cosas se ponen realmente mal y la sangre empieza a correr, acompañada por el sufrimiento de unos heridos que se nos obliga a observar sin descanso en vista del uso ya descrito del tiempo real.
Esto le da un aspecto descarnado y profundamente impactante a un trabajo que, más allá de la postura que se tenga -y del daño muchísimo mayor que el conflicto causó en la población iraquí-, no deja de generar empatía por el dolor de quienes se ven afectados, incluso cuando la falta de ‘flashbacks’ o de conversaciones personales nos impida desarrollar realmente relaciones afectivas con unos personajes que no resultan muy distintos entre sí, y que, pese a ello, llegan representados de manera convincente por actores como D’Pharaoh Woon-A-Tai, Will Poulter, Cosmo Jarvis y Joseph Quinn.
En declaraciones públicas, Garland ha manifestado no solamente que planea retirarse de la dirección fílmica para retomar la labor de guionista con la que se inició en los ámbitos cinematográficos (hizo los guiones de “28 Days Later” y “Sunshine”, entre otros), sino que, durante el rodaje de “Warfare”, trabajó sobre todo en calidad de asesor de Mendoza en lo que respecta al plano de la realización.
No hay manera de confirmar esto, y las entrevistas que ha estado dando al lado de su colaborador parecen indicar que la participación que tuvo en el set fue mucho mayor; sea como sea, lo que los dos nos ofrecen ahora es un logro cinematográfico de enorme nivel que, por el poder mismo de sus imágenes, tendría que funcionar como una herramienta no declarada -pero definitivamente elocuente- a favor del pacifismo y en contra del reclutamiento.
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