Esta semana, durante tres días, un niño de 11 años y su madre exploraron el lugar más feliz del mundo.
Saritha Ramaraju y su hijo aprovecharon un pase de varios días para el Disneyland Resort que incluía una estancia en un hotel que les permitió disfrutar al máximo de los parques.
La visita de custodia también brindó al niño la oportunidad de vincularse con su madre, que se había mudado fuera del estado después de un divorcio en 2018.
La excursión terminó en tragedia el miércoles por la mañana, cuando el niño fue encontrado muerto en el interior de una habitación de hotel de Santa Ana. Había sido degollado y estaba en medio de una cama rodeado de recuerdos de Disneylandia.
El fiscal del condado de Orange, Todd Spitzer, anunció el viernes que su oficina acusaba a Ramaraju, de 48 años, de un delito grave de asesinato y un delito grave de uso personal de un arma, en este caso un cuchillo de cocina.
Si es declarada culpable de todos los cargos, podría enfrentarse a penas de entre 26 años y cadena perpetua.
Ramaraju no se declaró culpable durante la comparecencia del viernes. Está detenida sin fianza en Santa Ana y deberá comparecer ante el tribunal el 17 de abril.
“El lugar más seguro para un niño deben ser los brazos de sus padres”, dijo Spitzer en un comunicado de prensa. “En lugar de abrazar a su hijo con amor, le cortó la garganta y, en el más cruel giro del destino, lo apartó del mismo mundo al que lo había traído”.
El niño, que no ha sido identificado, iba a reunirse con su padre esa misma mañana.
Las autoridades creen que fue asesinado dentro de la habitación de La Quinta Inn varias horas antes de que Ramaraju llamara a la policía de Santa Ana a las 9:12 a.m. Ella dijo a las autoridades que había matado a su hijo y tomado pastillas, tratando de morir por suicidio.
El niño fue declarado muerto en el lugar mientras Ramaraju fue tratado en un hospital. Fue dada de alta el jueves y detenida.
Las autoridades dijeron que encontraron un cuchillo de cocina de grandes dimensiones que creen que se utilizó en el ataque. El instrumento de cocina había sido comprado el día anterior, según la oficina del fiscal del distrito.
“La vida de un niño no debería pender de la balanza entre dos padres cuya ira mutua pesa más que el amor por su hijo”, dijo Spitzer. “La ira puede hacerte olvidar a quién amas y lo que eres responsable de hacer”.
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